La hipertensión arterial, o presión alta, es una de las condiciones más comunes y peligrosas para el sistema cardiovascular. Su naturaleza silenciosa hace que muchas personas la desconozcan hasta que se presenta un evento grave como un infarto al miocardio. Conoce cómo se relacionan, las señales de alerta y las mejores estrategias para cuidar tu corazón.
La presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias. Cuando se mantiene por encima de 130/80 mm Hg de forma sostenida, hablamos de hipertensión. Este exceso de presión obliga al corazón a trabajar más y, con el tiempo, daña órganos vitales como el corazón, riñones, cerebro y ojos.
Un infarto ocurre cuando una arteria coronaria se bloquea, impidiendo que el oxígeno llegue al músculo cardíaco. La hipertensión favorece este bloqueo al dañar la pared arterial y facilitar la acumulación de placa (aterosclerosis) y la formación de coágulos.
Ambas afecciones comparten factores de riesgo:
Aunque la hipertensión suele ser asintomática, consulta a tu médico si presentas:
La hipertensión y el infarto no son inevitables. Adoptar hábitos saludables y realizar revisiones periódicas reduce significativamente el riesgo. Invertir en tu salud cardiovascular es un compromiso diario que te regala años de bienestar.
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